Presentación

Querid@s diocesan@s:

En los ámbitos culturales, en el mundo de la ciencia y de la sanidad, entre los profesionales de la comunicación y la enseñanza, se da mucho silencio sobre la fe cuando no desdén hacia la dimensión religiosa de la vida. Son todavía numerosos los creyentes que se avergüenzan de su fe cristiana y se dejan llevar por la moda del secularismo y de la increencia.

Necesitamos laicos maduros en la fe, solidarios en la transformación del mundo, auténticos testigos de Jesucristo precisamente en estos ambientes que necesitan la fuerza iluminadora de la Palabra de Dios para poder vivir la maravillosa libertad cristiana.

¿Cuál es el secreto para lograr todo esto? El secreto es sencillo: estar enamorados de Cristo. Esta es nuestra fuerza: el amor a las personas porque amamos a Jesucristo. Si es verdadero el encuentro con Cristo cambia la vida de la persona y marca con su sello la vida matrimonial y familiar, las amistades, el trabajo, las diversiones, el uso del tiempo libre y del dinero, el modo de mirar toda la realidad, e incluso los mínimos gestos cotidianos. La Iglesia necesita grandes testimonios de santidad, pues de la santidad es de donde nace toda auténtica renovación de la Iglesia y una renovada presencia evangelizadora dentro de la sociedad. “No tengáis miedo a ser santos” es la consigna de Juan Pablo II y de Benedicto XVI a los jóvenes y, en general, a los cristianos de hoy. El divorcio entre la fe y la vida, entre los quehaceres profesionales y la vida religiosa, decía el Vaticano II, es uno de los errores más grandes de nuestro tiempo.

Como viene recordándonos Benedicto XVI: “uno de los principales objetivos de la actividad del laicado es la renovación moral de la sociedad, que no puede ser superficial, parcial e inmediata. Debería caracterizarse por una profunda transformación del ethos de los hombres, es decir, por la aceptación de una oportuna jerarquía de valores, según la cual se formen las actitudes”. Y para esta tarea inmensa que tenemos ante nosotros, para ‘tocar’ los corazones de los que nos rodean, se necesitan personas de fuerte espiritualidad, alegres, valientes y sin complejos. Hombres y mujeres bien formados. Cristianos de una pieza, sin doblez ni engaño, que cautiven a los hombres con su ejemplo lleno de optimismo, de amor y de esperanza. Puesto que, “el hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en las teorías”1. Cuando el Evangelio se hace vida se vuelve infinitamente más atractivo.

Hay como una urgencia misionera que desatar en la vida de las comunidades cristianas, sacudir las propias inercias, letargos y distracciones, exigir una autenticidad de experiencia cristiana, ir más allá de la rutina, salir al encuentro de todas las necesidades del hombre, atender sus demandas de significado y de ideales grandes de vida. Con la inaudita convicción y el contagioso entusiasmo de quien ha descubierto que Cristo es el mejor tesoro que podemos ofrecer a la humanidad.

Se necesita, con determinación y urgencia, superar el éxodo, la diáspora y el anonimato de los cristianos en la vida pública, su asimilación mundana, su tendencia al repliegue eclesiástico, mediante una adecuada formación en la fe, un profundo sentido de comunión, un ímpetu misionero, un conocimiento y propuestas creativos de la Doctrina social de la Iglesia.

El Congreso Diocesano de Laicos no es algo solamente formativo o doctrinal, sino que quiere impulsar nuevos caminos de acción y de presencia evangelizadora. Se inserta dentro del Plan Pastoral Diocesano que ha escogido como centro de la Programación para el curso 2011-2012 la vocación (al laicado y a la familia cristiana, al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada, a la vida misionera). Por otra parte se ofrece como una realidad donde los jóvenes en general, pero especialmente los que han participado en la JMJ-Madrid 2011 puedan tener un elevado protagonismo.

Desde aquí os animamos a acoger con ilusión la celebración de este Congreso. Es una oportunidad para reflexionar sobre la identidad y la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo de hoy. En un mundo tan cambiante como el nuestro, los laicos deben estar atentos a los signos de los tiempos y tomar parte activa y responsable en la misión que el mismo Jesús les ha encomendado: «Id también vosotros a mi viña».

Con mi afecto y mi bendición








+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Mondoñedo-Ferrol






Querid@s herman@s:

El que descubre el tesoro del Reino de los Cielos, echa lejos todos los obstáculos...
Cuando comenzamos este camino, teníamos más ilusión que seguridad en que pudiésemos unirnos realmente como diócesis para unificar criterios y llevar a cabo algo tan importante para todos (laicos y consagrados), como es un Congreso Diocesano.

Después de este primer año de intenso trabajo, nos sentimos realmente esperanzados en que esta oportunidad de fe nos una como diócesis en la Iglesia, juntos sentar bases, respetar las ideas mutuas y aclarar las distintas vocaciones que nos hacen realmente Cuerpo de Cristo al caminar juntos en la construcción del Reino.

El trabajo realizado ha sido la base para iniciar un camino juntos, deseamos poder vivir este congreso como una gran familia, y por esto os proponemos convivir durante esos días en Mondoñedo.

Todos somos conscientes de la importancia de un clima de oración y convivencia para estar atentos a lo que el Señor nos propone y como una sola familia responder al unísono; creo que será además un momento de conocimiento mutuo y de diversión compartida que veníamos reclamando desde hace mucho tiempo.

Iniciamos el Año de la Fe convocado por el Santo Padre Benedicto XVI. En su carta nos dice: "Esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Redescubrir los contenidos de la fe procesada, celebrada, vivida y rezada, así como reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio sobre todo en este año". En este marco, nuestro obispo D. Manuel ha buscado los ponentes de este congreso. D. Francesc Torralba Roselló y D. Ángel Galindo, de los que tenéis información en nuestra web.

Va a ser de vital importancia la asistencia a alguno de los talleres que proponemos durante el congreso, porque de éstos saldrán las conclusiones del mismo e iniciaremos una nueva etapa diocesana centrados en la Nueva Evangelización, con un compromiso y criterio común.

Necesitamos la asistencia del laicado y somos conscientes de que ésta etapa económica no es la mejor; por ello, hemos programado unas becas de ayuda, con la idea de que nadie se quede sin poder asistir; serán gestionadas directamente por el sacerdote de la comunidad a la que se pertenezca. Nos interesa la asistencia de familias y pondremos a vuestra disposición un servicio de guardería durante este Congreso, para niños menores de 9 años.

Como véis, tenemos nuestras esperanzas puestas en este evento, esperamos y deseamos que sean compartidas por todos; seguiremos en contacto y poniendo al día información a través de la web. No vaciléis en aclarar cualquier duda. Que Dios os bendiga a cada uno con la gracia de su llamada y la alegría del encuentro en su Viña...

Un abrazo de vuestra Delegación.